viernes, 30 de septiembre de 2011

EL HOMBRE DE AL LADO (2009): DIMENSIONES

Artículo originalmente publicado en la revista digital HelloFriki.com.

El Hombre de al lado (2009), acreedora de varios laureles internacionales, incluyendo, por ejemplo, el Festival de Sundance, fue una de las sorpresas del año 2010 en la taquilla argentina.

Opus tres de la dupla formada por Mariano Cohn y Gastón Duprat, la historia gira en torno a dos vecinos, Leonardo –interpretado por Rafael Spregelburd– y Víctor –en la piel del comediante Daniel Aráoz– quienes se ven inmersos en una tensa disputa cuando éste último decide abrir un hueco en la medianera que comparte con el primero para construir una ventana.

El film fue rodado prácticamente en una única locación, como es una casa. Pero no es cualquier casa sino la casa Curutchet de Le Corbusier, la única construcción diseñada íntegramente por el arquitecto suizo-francés en América Latina, más precisamente en la ciudad de La Plata. Así, el espacio se presenta de dos maneras: en tanto espacio concreto –la casa en sí misma– y en tanto espacio fílmico. Y es en este último aspecto en donde se destaca El Hombre de al Lado.

La fotografía es, cuando menos, excelente. Es cierto que ayuda la construcción ya mencionada, pero no se puede negar que hay una detallada planificación de cada plano. Si bien no abundan, dado un predominio del plano secuencia, el espacio concreto le brinda al espacio fílmico una enorme cantidad de detalles que es apasionante explorar.

Otro espacio, aquel que está más allá de los confines del encuadre, es tan importante como la casa Curutchet. Hay un gran trabajo del fuera de campo gracias a una excelente elaboración del diseño de sonido.

La gran virtud del film radica entonces en poder combinar casi a la perfección la dimensión concreta y la fílmica. El dispositivo cinematográfico se hace casi ineludible para imbuir de significado a la casa Curutchet.

Más allá del significado metafórico del simple conflicto de la trama, que abarca temas amplios como la lucha permanente de dos clases sociales, el aislamiento individual, la decadencia del ámbito familiar, lo absurdo del ‘snobismo’ y las modas, entre otros, el film también es muy rico en algunas temáticas menos evidentes que subyacen a la historia. Por ejemplo, el tema del arte, o más bien del cuestionamiento del arte y de lo que es una obra de arte, es un tópico siempre presente a lo largo del relato.

Las actuaciones son de lo mejor que se vio en el cine argentino en mucho tiempo. Los tonos de voz y el perfecto ‘timing’ de dos enormes actores provenientes del teatro como Spregelburd y Aráoz evitan que el film decaiga por alguna situación un tanto repetitiva. Se trata de dos personajes bien definidos pero ambiguos a la vez, hechos a la medida de los intérpretes.

Por esa multiplicidad de espacios a partir de una puesta en escena cuidada al extremo, por la diversidad de los temas que abarca, por la ambigüedad del humor que propone y por la complejidad de los personajes que hacen avanzar la historia, El Hombre de al lado es un film misterioso que ningún amante del buen cine debe dejar pasar.

EL GATO DESAPARECE (2011): INTENTOS

Artículo originalmente publicado en la revista digital Terrorifilo.com.

"Cuanto más elaborado sea el villano, mejor será la película."

Alfred Hitchcock

En estos últimos años, en Argentina ha habido una resurrección del cine de género. De la mano de productores como Adrián Suar y luego impulsado por el éxito de los filmes de Juan José Campanella, ha habido una revitalización de un cine anclado no sólo en los esquemas comerciales de tipo hollywoodense sino también de calidad. Así, vuelven la comedia de enredos, el thriller y también el terror.

El gato desaparece es el octavo largometraje de Carlos Sorín pero el primero netamente de género de este director, muy reconocido hasta ahora por comedias y dramas de bajo presupuesto apuntadas a un esquema de producción alejado del estándar internacional-occidental –actores no profesionales, una narración a mitad de camino entre clásica y moderna.

El gato desaparece cuenta la historia de Luis, un intelectual que, luego de dos años en un centro psiquiátrico por un extraño episodio, vuelve a su casa junto a su esposa Beatriz. Allí los espera Donnatello, un hermoso gato negro. Pero el animal pronto nota que Luis ya no es el que solía ser. Lo ataca y desaparece, dando lugar al comienzo de extrañas situaciones en torno a Luis y Beatriz.

El film es una pieza netamente inspirada por la tradición más clásica del cine de suspenso de Hollywood. Está filmada en Scope, lo cual le da ese toque hitchcockiano, además de desarrollarse casi enteramente en una casa con una arquitectura interesante, lo cual le da a la película cierto toque gótico. Justamente, es en el aspecto técnico donde la película se destaca, con un buen trabajo de arte y fotografía.

Pero donde el film falla es en lo narrativo. No se llega a generar incomodidad desde la puesta en escena a pesar de las virtudes técnicas. El guión va y viene dando pistas acerca de lo que ocurre, pero hace demasiado hincapié en hechos irrelevantes y/o insuficientes para justificar el giro final. La principal carencia narrativa creo que es el establecimiento de un antagonista. Hay pistas, pero nada concreto. Algunos dirán que lo que ocurre se da en clave metafórica. Pero, después de todo, en el cine clásico de género pueden existir las metáforas sin dejar de respetar los códigos genéricos.

En otras palabras, en El Gato Desaparece se intenta generar climas pero todo queda en eso, en una intención, sin evidenciar un verdadero interés por el shock para el cual ese clima nos prepara. Como intento de hacer cine de suspenso, El Gato Desaparece no está mal. Pero el espectador de cine de terror no disfruta sólo con intentos.

martes, 20 de septiembre de 2011

DEPORTES EN EL RECUERDO

El siguiente artículo lo escribí cuando la Selección Nacional de fútbol quedó eliminada de la Copa América Argentina 2011 bochornosamente.

Un par de meses después -con la certeza de que un gran equipo como Uruguay se adjudicó el torneo, la Selección tiene nuevo cuerpo técnico y otros hechos vergonzosos como el fallido intento de ascender a River por decreto por parte de la AFA-, decidí reflotarlo porque creo que no ha perdido vigencia. Además, se trata de un tema que afecta no sólo al fútbol local sino también a nivel mundial.

¿No será hora tal vez de olvidarse un poquito del fútbol y prestarle más atención a otros deportes como el básquet, el rugby y el hockey?

En fin, acá va el texto.

De la Selección Nacional y una película de hace casi 40 años

Hace muchísimo tiempo que no veo un partido de fútbol entero. Ya perdí las ganas de mirar partidos del -cada vez más lastimoso- fútbol local. No veo fútbol de otras latitudes. Ni siquiera dediqué ni un minuto a ver algún partido del último Mundial Sudáfrica 2010.

Desde hace ya un par de años vengo pensando que el estado del fútbol mundial refleja patentemente lo que ocurre a un nivel más global con nuestras vidas y las relaciones de los ciudadanos entre sí, con sus gobernantes, con los medios de comunicación y con los grandes agentes corporativos.

La película Network (1976), dirigida por el recientemente fallecido Sidney Lumet, es un film muy subestimado; casi olvidado, diría. Muchos críticos -no todos, obviamente- la consideran una película densa, casi del montón de las tantas que dirigió Lumet durante su prodigiosa carrrera. Sin embargo, es una de mis películas favoritas, de una contundencia y crudeza envidiables, que, tal como su personaje principal, apunta a mover cada nervio del espectador.

En una de las escenas de dicho film, que por cierto yo considero una de las escenas más gloriosas del cine de Hollywood de los '70, aparece un curioso personaje, Mr. Jensen, interpretado por el legendario Ned Beatty. De aspecto aniñado y casi adorable, este personaje, un mega-empresario-liberal-dios-del-capitalismo se despacha en escasos 3 minutos con un discurso que explica como una certera trompada en medio de la nariz cómo debe entenderse el mundo de hoy en día -repito el año de la película: 1976. La escena se puede ver acá.

Aunque a primera vista los temas no parecen estar relacionados, creo que si uno se detiene un momento y analiza la escena en conjunto con lo que viene ocurriendo en ejemplos como el del fútbol, las asociaciones comienzan a surgir, casi mágicamente.

¿Cuánto vale Messi? ¿100 millones de Euros? ¿150? ¿1.000 millones? No importa. Lo importante es: ¿de dónde surge dicho valor? ¿De qué cálculo? ¿Qué variables entran en la ecuación?

Tal como Mr. Jensen le dice a Mr. Beale que hoy ya no hay naciones, hoy puedo decir que la Selección Nacional de Fútbol como tal ya no existe. Muy a nuestro pesar, lo único que existe es un gran conglomerado de corporaciones que han acaparado lo que en algún momento se denominó Selección Argentina. El símbolo celeste y blanco dentro de un campo de juego ha quedado sólo como una reliquia de épocas pasadas -llámese Mexico '86, Argentina '78, etc.-, siendo reemplazado por el siempre tan evidente y a la vez misterioso símbolo $. Al fin y al cabo, el símbolo $ es lo que según Mr. Jensen mueve al mundo. Es el combustible de ese sistema holístico al cual se refiere y que está conformado por IBM, Exxon, Coca-Cola y tantas otras 'nuevas naciones'.

Los jugadores han perdido esa denominación y se han convertido en meros productos. O ni siquiera eso. Han sido transformados en simples envases; envases portadores de un conjunto de signos reminiscentes de ese nuevo conjunto holístico de naciones: la nación Adidas, el país YPF, el territorio Movistar...

Las actitudes de Grondona, Blatter y demás figuras de las cúpulas dirigenciales locales e internacionales, quienes en teoría debieran ser los que detengan el malicioso funcionamiento del sistema, son, sin embargo, completamente coherentes. No me creo el facilismo de decir: "son los que mandan", pensando que están sentados en el trono del César esperando el momento indicado para subir o bajar el pulgar. No. Ellos no son más que títeres. Títeres dispuestos a ser reemplazados por otros nuevos una vez que su ciclo -biológico- termine. Son herramientas al servicio de esas nuevas -viejas- y verdaderas naciones. Está en su naturaleza serlo. Son sujetos enfermos de poder cuya ambición por el lujo y los privilegios ya no les deja ver los hilos que tienen anexados.

Lo mismo ocurre con los medios de comunicación. ¿Quién pagará horas y horas de transmisión diaria si no se publicita el producto-envase impulsado por estas 'nuevas naciones'? ¿Alguien tiene dudas de esto? Que mire los otros 117 minutos de Network.

Nosotros, por fortuna, todavía tenemos la cordura e inteligencia para poder pensar y entender estas cuestiones antes de que sea demasiado tarde. Y si no, al menos tenemos el cine para ello.

domingo, 11 de septiembre de 2011

11-D: 11 DIRECTORES FAVORITOS

Hoy es el 10 aniversario del 11-S y el 123 aniversario del Día del Maestro o, lo que es lo mismo, la conmemoración de la muerte de Domingo Faustino Sarmiento.

Por eso, como excusa, elegí mis 11 directores favoritos (y sí, no iban a ser 10...). 11 directores a los que admiro, a los que espero, cuando filme algún corto/película, imitar (porque emularlos es imposible). En fin, 11 fuentes de inspiración.

Las listas son aburridas. Los rankings, aunque un poco más emocionantes, son bastante mentirosos. Por eso, elaboré el siguiente método: acomodé los 11 nombres alfabéticamente según el apellido y luego tomé 11 cartas de póker mezcladas previamente. Saqué una carta para cada apellido en sentido alfabético y le asigné el número. (Es un procedimiento muy similar al que usó Stephen King para ordenar un total de 14 cuentos en su libro 'Todo es eventual').

Sí, ya sé que es una demostración de cierta debilidad decisoria, pero al menos puedo echarle la culpa al azar. Este es el resultado de mis 11 directores favoritos.

11 - John Carpenter
10 - David Lynch
09 - Stanley Kubrick
08 - George A. Romero
07 - Takeshi Kitano
06 - Fabián Bielinski
05 - Martin Scorsese
04 - David Fincher
03 - David Cronenberg
02 - Francis Ford Coppola
01 - Quentin Tarantino

miércoles, 7 de septiembre de 2011

jueves, 1 de septiembre de 2011

WOLF CREEK (2005): EL INFIERNO QUEDA EN AUSTRALIA

Artículo orginalmente publicado en la revista digital Terrorifilo.com.

“Nada nos puede pasar,

Todas las bicis y los barcos,

La ternura indefinida y esas ganas de volar

Nada nos puede pasar…”

('Nada nos puede pasar', de la serie de TV ‘Verano del ‘98’)

Se puede decir que Wolf Creek resultó una grata sorpresa. Se trata de una película australiana de muy bajo presupuesto con una idea tan simple como bien plasmada en pantalla.

La premisa, basada en un hecho real, es un cliché enorme: tres jóvenes, muy fiesteros y jocosos ellos, deciden ir de vacaciones al Parque Nacional Wolf Creek. Pero –¿qué sería del cine de terror sin los peros?– quedan varados en medio de la nada. Son auxiliados por Mick Taylor, un residente de la zona, quien se muestra muy amable y servicial, pero…

Lo interesante de la película está del lado de las referencias al cine ozploitation de la década del ’70: una serie de films australianos llenos de acción, gore, chicas desnudas y villanos memorables, enormemente influenciados por el blaxploitation y el cine clase B estadounidense así como las películas asiáticas de artes marciales.

Como no podía ser de otra manera, la naturaleza salvaje del desierto australiano es el eje central de Wolf Creek. Tal como ocurría en clásicos como Long Weekend (1978), mientras pasan los minutos el ambiente natural comienza a cobrar vida para encerrar a los personajes. Incluso hay lugar para algún que otro toque fantástico, como la escena en que se detienen los relojes. Claro que, a diferencia de aquel film de los ‘70, no es la naturaleza la que se encarga del trabajo sucio sino Mick Taylor –en una gran interpretación de John Jarratt–, un despreciable psicópata que tiene algo de la familia Sawyer de La Masacre de Texas 2 (1986), Jason Voorhees y, obviamente, Toecutter, el antagonista de Mad Max (1979).

En el cine de terror, es fundamental la creación de climas que preparen al espectador para el shock que va a venir. Lo que ocurre con Wolf Creek es que el choque llega por puro contraste. Lo que en los primeros 30 minutos de la película son risas, besos, fiestas, chistes, bikinis y abdómenes trabajados, pronto se convierte en un infierno de sadismo que envuelve a los personajes.

Wolf Creek no será una película memorable, pero sí resulta en un gran divertimento que nos trae a la mente las mejores épocas del cine australiano, donde todo era sol, cuerpos bronceados, tiros y sangre.