viernes, 9 de marzo de 2012

PAURA NELLA CITTÀ DEI MORTI VIVENTI (1980): POR SIEMPRE FULCI

Artículo originalmente publicado en la revista digital Terrorifilo.com.

Lucio Fulci es una figura polémica. Lo fue en vida como al momento de su muerte. Su carrera es polémica así como el contenido de sus filmes. Director de raza, supo llevar a cabo proyectos disímiles como comedias, spaghetti westerns, thrillers policiales y hasta una película biográfica. Sin embargo, Fulci siempre será conocido como el maestro del gore italiano.

Sin duda, dicho mote proviene de su primera obra de terror gore Zombi (1979), filme que en su momento fue promocionado falsamente en Italia como una secuela de Dawn of the Dead (1978), del maestro George A. Romero.

Sin embargo, Zombi no es la mejor obra de Fulci. Si bien extrema y provocativa, el auge de Fulci como director de terror vendría acompañado de una trilogía de filmes que, sin llegar a tener argumentos parecidos, tienen mucho en común. Dicha tríada está conformada por Paura nella Città dei Morti Viventi (1980) -Miedo en la ciudad de los muertos vivientes-, ...E tu vivrai nel terrore! L'aldilà (1981) -El más allá- y Quella villa accanto al cimitero (1981) -Aquella Casa al Lado del Cementerio.

Con esta trilogía, Fulci nos sumerge en mundos surrealistas y violentos de donde será tan difícil escapar como comprenderlos.

Miedo en la ciudad de los muertos vivientes representa un quiebre en la filmografía de Fulci porque pone en evidencia a un cineasta no sólo hábil en el manejo de los recursos del género sino también inteligente para hablar de ciertos temas polémicos que ya le habían dado algunos dolores de cabeza.

El filme trata sobre el suicidio de un sacerdote en el pueblo de Dunwich, lo cual ocasiona la apertura de una de las Siete Puertas del Infierno, tras lo cual una horda de muertos vivientes hambrientos de carne humana invade el pueblo para eliminar a sus habitantes.

Con guión del propio Fulci y su eterno colaborador Dardano Sacchetti a partir de un relato de H.P. Lovecraft, la película es una crítica bastante explícita a la Iglesia Católica –nada menos que un sacerdote es el que trae el infierno a la Tierra. Pero también es la confirmación de Fulci como un gran creador de climas y como un talentoso a la hora de la puesta en escena. Basta ver esos fabulosos planos de los paisajes de Dunwich invadidos por tormentas de arena y bancos de niebla, todo como si se tratara de un western de terror. Y son infaltables las tremendas escenas gore a las que el director tiene acostumbrados a los espectadores. Fulci no era un maestro como John Carpenter o Roman Polanski, pero sabía filmar películas de terror, y lo hacía muy bien.

Si bien el filme adolece de actuaciones poco creíbles y exageradas, así como pobres doblajes al inglés de actores italianos, fallas comunes del cine peninsular de esa época, no deja de ser una obra interesante para conocer una trilogía ineludible para cualquier fanático del cine de terror. Una trilogía que encontraría su pico más alto en esa sublime obra maestra llamada El más allá.

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