sábado, 10 de marzo de 2012

PENUMBRA (2011): CUANDO LOS ASTROS ESTÁN ALINEADOS

Artículo originalmente publicado en la revista digital Terrorifilo.com.

Informe especial desde la avant premiere del jueves 2 de Febrero de 2012 en el cine Monumental Lavalle, Buenos Aires, Argentina.

Una sala llena puede parecer algo poco sorprendente o hasta cotidiano para un ‘tanque’ de Hollywood que se estrena con cientos de copias alrededor de todo el país. Pero cuando eso mismo ocurre con una pequeña película de terror realizada por jóvenes directores y productores argentinos, que ocho años atrás hacían películas con una cámara Mini DV y que ni siquiera eran editadas en su propio país de origen, se puede notar que algo ha cambiado.

El cine de terror y fantástico latinoamericano está creciendo. Esto no es ninguna novedad. Ya hemos visto casos muy recientes, como el de La Casa Muda (2010), producción uruguaya que participó nada menos que en el Festival de Cannes y que tendrá su versión estadounidense –como corresponde en estos tiempos. Pero dicho crecimiento no es producto del azar sino de dos factores primordiales: uno biológico-histórico y otro tecnológico.

En primer lugar, estamos en presencia de una nueva generación de cineastas. Muchos de nosotros provenimos de la generación del VHS, mamamos desde pequeños el cine fantástico y de terror de los 70’s y los 80’s y nos hicimos adictos a las películas de acción y aventuras presentes a lo largo de cada fin de semana en la TV. Se trata de una nueva revolución cinéfila, de una redefinición de la cinefilia, tal como ocurrió con el Nuevo Cine Americano de los 70’s –salvando las distancias, por supuesto.

Y en segundo lugar, hay una razón aún más importante sin la cual nada tendría sentido. Estos nuevos cineastas jóvenes gozan hoy de nuevas tecnologías, impensables hace 20 años. Y, aún más, se trata de tecnologías que están al alcance de la mano de cualquiera. Cámaras digitales, celulares, software para la edición y copia del material, etc. Todas estas herramientas no sólo se han globalizado en su uso, sino que son (relativamente) accesibles en cuanto a lo económico para (casi) todos.

Y para darle más énfasis a esta nueva revolución, nos encontramos con un estremecimiento mucho mayor: Internet. Las redes sociales, blogs, canales y sitios de descarga y demás alternativas han generado un cambio en la comunicación sin precedentes.

Hoy, lo que muchos no logran entender es que este giro en las relaciones comunicacionales ya es un hecho. No tiene sentido oponerse o intentar controlarlo. De nuestro lado, lo mejor que nos puede pasar como realizadores y consumidores de las artes audiovisuales, y como cinéfilos en general, es precisamente esta revolución.

El caso de Adrián y Ramiro García Bogliano es un claro ejemplo de la magnitud de este shock. Allí por el cambio de milenio, los dos jóvenes argentinos se lanzaron junto a algunos amigos a hacer una película con una pequeña cámara digital. No tenían presupuesto ni casi ningún conocimiento sobre la realización y la producción de un largometraje. Sólo una idea y mucha fuerza de voluntad. Esa película fue Habitaciones para Turistas (2004). Demás está decir que nunca llegó a estrenarse comercialmente. Ni siquiera se editó localmente, lográndolo algunos años después a través del sello Videoflims –lo curioso es que sí llegó a los EE.UU., donde hasta tuvo chances de una remake. Hoy, Habitaciones para Turistas es un filme de culto. Varios años después, los hermanos García Bogliano tienen varios largometrajes más, ahora distribuidos en Argentina y varios países del mundo. Aún más, lograron estrenar comercialmente Sudor Frío (2010) con la ayuda de la distribuidora Disney y el aval del INCAA –el Instituto de Cine argentino. Sudor Frío llevó más de 80.000 personas a las salas locales, un número considerable para la primera película de terror argentina estrenada en cines después de varias décadas. Y en el 2011 surge Penumbra, un proyecto que los García Bogliano demoraron casi diez años.

La película cuenta la historia de Marga, una agente inmobiliaria española que intenta alquilar un piso en un barrio porteño. Los interesados en el departamento resultan ser un grupo de personas un tanto extrañas. Mientras tanto, un misterioso eclipse de sol sume a la ciudad en la oscuridad.

Con esta premisa simple, los realizadores se enfocan en un fuerte trabajo del guión –lo cual explicaría el motivo de la demora del proyecto. Y este es uno de los puntos fuertes del filme. Porque allí donde Sudor Frío se caía a pedazos, Penumbra se destaca. Los personajes están mucho mejor desarrollados y el suspenso y la tensión se mantienen hasta el último instante.

A medida que pasan los minutos, el espectador logra identificarse con el personaje de Marga, a pesar de que se trata de una mujer odiosa, insoportable, sin un gramo de escrúpulos. Para esto, los guionistas y directores contraponen a ella a una serie de personajes oscuros, extraños, imprevisibles, y los van desarrollando en pequeñas dosis, de forma de generar en el espectador cierta incomodidad para que a éste le sea imposible identificarse.

El guión no es perfecto. Tal vez uno de los puntos débiles más destacados sea la gran cantidad de diálogos donde se involucran largas llamadas por teléfono entre Marga y su hermana, su jefe, sus colegas y su amante. Sin duda, fueron pensadas como conversaciones que contribuyen a desarrollar al protagonista, pero también agregan información que puede llegar a parecer innecesaria o irrelevante. Además, estas escenas extienden la película, haciendo necesario un desenlace rápido para cumplir con una duración promedio que no aburra al espectador.

De todas formas, Penumbra es sin lugar a dudas un paso adelante en la filmografía de los García Bogliano. La fotografía y las actuaciones están muy logrados y, lo más importante, hay una búsqueda constante por generar climas de suspenso para prepararnos para el giro final. Esto es clave porque era algo que no se hacía presente en Sudor Frío, por ejemplo. El halo de misterio que rodea a Penumbra durante gran parte del metraje hace más atractiva la resolución del argumento. Esta es una gran señal en cuanto al género, porque indica que comienza a haber cierta preocupación por el ritmo narrativo y la creación de climas, todo lo cual es fundamental para la construcción de filmes atractivos. Esto no quiere decir que se deban eliminar de cuajo las escenas gore –y en Penumbra de hecho las hay, sobre todo al final–, pero los fanáticos del género no nos conformamos solamente con eso.

El cine de terror y fantástico latinoamericano, como Internet y las nuevas tecnologías, no están cambiando sino que ya son un hecho. Los astros se están alineando para que pronto tengamos más filmes de calidad técnica y narrativa que, de una vez por todas, puedan saciar la sed de sangre y misterio de los fanáticos y que, al mismo tiempo, sean un orgullo para el cine de América Latina.

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