viernes, 30 de septiembre de 2011

EL GATO DESAPARECE (2011): INTENTOS

Artículo originalmente publicado en la revista digital Terrorifilo.com.

"Cuanto más elaborado sea el villano, mejor será la película."

Alfred Hitchcock

En estos últimos años, en Argentina ha habido una resurrección del cine de género. De la mano de productores como Adrián Suar y luego impulsado por el éxito de los filmes de Juan José Campanella, ha habido una revitalización de un cine anclado no sólo en los esquemas comerciales de tipo hollywoodense sino también de calidad. Así, vuelven la comedia de enredos, el thriller y también el terror.

El gato desaparece es el octavo largometraje de Carlos Sorín pero el primero netamente de género de este director, muy reconocido hasta ahora por comedias y dramas de bajo presupuesto apuntadas a un esquema de producción alejado del estándar internacional-occidental –actores no profesionales, una narración a mitad de camino entre clásica y moderna.

El gato desaparece cuenta la historia de Luis, un intelectual que, luego de dos años en un centro psiquiátrico por un extraño episodio, vuelve a su casa junto a su esposa Beatriz. Allí los espera Donnatello, un hermoso gato negro. Pero el animal pronto nota que Luis ya no es el que solía ser. Lo ataca y desaparece, dando lugar al comienzo de extrañas situaciones en torno a Luis y Beatriz.

El film es una pieza netamente inspirada por la tradición más clásica del cine de suspenso de Hollywood. Está filmada en Scope, lo cual le da ese toque hitchcockiano, además de desarrollarse casi enteramente en una casa con una arquitectura interesante, lo cual le da a la película cierto toque gótico. Justamente, es en el aspecto técnico donde la película se destaca, con un buen trabajo de arte y fotografía.

Pero donde el film falla es en lo narrativo. No se llega a generar incomodidad desde la puesta en escena a pesar de las virtudes técnicas. El guión va y viene dando pistas acerca de lo que ocurre, pero hace demasiado hincapié en hechos irrelevantes y/o insuficientes para justificar el giro final. La principal carencia narrativa creo que es el establecimiento de un antagonista. Hay pistas, pero nada concreto. Algunos dirán que lo que ocurre se da en clave metafórica. Pero, después de todo, en el cine clásico de género pueden existir las metáforas sin dejar de respetar los códigos genéricos.

En otras palabras, en El Gato Desaparece se intenta generar climas pero todo queda en eso, en una intención, sin evidenciar un verdadero interés por el shock para el cual ese clima nos prepara. Como intento de hacer cine de suspenso, El Gato Desaparece no está mal. Pero el espectador de cine de terror no disfruta sólo con intentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario